Desde lo lejos se escuchan sonidos sordos
del lloriqueo de un bebé recién nacido
mientras la cuenta ascendente no se detiene
en el trancurso de un brinco en el tiempo.
Gateos que dejan marcas en el suelo,
con pequeños rastros de manos que juguetean
de un lado hasta el otro, sin detenerse.
Pelotas que caen y vuelven a subir
para encontrar una fuerza que las regresa
a repetir el movimiento, conjugado con risas
que trae la pura inocencia.
Poco a poco los intereses cambian
las atracciones se elevan, las voces se engruesan
uno busca aprender, se abren libros
se crean historias y se buscan aportes que marquen
tu existencia y siga por la eternidad.
Se encuentra el camino que se desea recorrer
se camina sobre él, y uno va encontrando obstáculos
que nos hacen crecer y aprender, ser mejores.
Nos volvemos productivos
no indispensables, pero creadores
procesos nuevos, subir escalones
creación de jerarquías.
Pero es inevitable que llegue el cuerpo a cansarse
baja el ritmo, bajan los hombros
pero persisten las ilusiones
persiste lo que nadie puede quitarnos;
las experiencias y anécdotas que nos hacen personas,
para después depurar y olvidar lo que físicamente no podemos recordar,
pero que sigue en nosotros...
No recuerdo que seguía.... sólo me siento caer
para después enocontrarme con la muerte.
El Abuelo.
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