domingo, septiembre 20, 2009

Construcción de personaje...


Andrés Quinteros Palacios. 30 años.


Era un niño de clase alta, cuyos padres se la vivían viajando a todas partes y lo dejaban siempre bajo los cuidados de la servidumbre; su madre era “ama de casa” y su padre era dueño de una empresa dedicada a la construcción, siendo un arquitecto reconocido.


Recibía educación en su propia casa para tener una especial atención en su desarrollo multicultural, y no se viera influenciado bajo las ideologías de otros niños.


Debido a la soledad que vivía, pasaba mucho tiempo jugando sólo en el jardín, tenía muchos juegos relacionados con la construcción y diseño arquitectónico, ya que su padre tenía la ilusión de que se dedicara al negocio de la arquitectura que ya venía de varios años atrás por generaciones, en la familia.


Creció muy solitario, a pesar de eso no tenía problemas relacionándose con la gente, ya que seguía las mismas tácticas que siempre vio en su padre. De hecho los únicos recuerdos que tiene de él, son en citas de negocios; era más como una relación jefe-empleado, que de padre e hijo.


Le gustaba armar rompecabezas de edificios, jugar con las botellas de licor que su padre tenía en la cava del recibidor, esto lo hacía a escondidas, y a pesar que nunca de niño probó el líquido, sabía que algún día su padre lo dejaría hacerlo junto a él, como lo hacía con sus socios; también había días que no le gustaba comer, y tiraba a escondidas sus alimentos a la basura, como nadie lo vigilaba bien, creían en realidad que comía. Siempre fue un niño que no le gustaban mucho los deportes, y no creó ilusiones ni metas; siempre se le trató como si su existencia ya estuviera escrita y predestinada a algo, en lo cual nunca se tenía que esforzar.


En la adolescencia, se volvió rebelde, cuando estaba con sus padres no hacía caso y varias veces se escapaba a estar sólo en la cabaña que en el bosque sus padres tenían; dónde disfrutaba de su soledad, acompañando sus veladas con vino espumoso, y a veces whiskey y coñac.


Llegó el día e que su padre lo metió al negocio familiar, cuando ya había terminado sus estudios especializados de arquitectura, dónde no le iba mal, después de un tiempo, ya había peleas ideológicas entre el padre y él, dicho asunto los llevo a enojarse de manera muy intensa, provocando que Andrés, se alejara del negocio familiar y entrara a una empresa competidora del padre; provocando la furia de éste, y como consecuencia se perdieron los lazos afectivos entre los padres y él.


Trabajando en la nueva compañía, un día sufrió un accidente al estar verificando una obra en sitio, dónde un andamio se venció y calló 2 pisos al suelo, una varilla oxidada se le incrustó en su pierna derecha. En el hospital le encontraron varias contusiones en la cabeza y no encontraron la manera de salvarle la pierna, lo que provocó su amputación, aunado a problemas diabéticos, que se le encontraron sin conocimiento de Andrés, y raro por no haber casos de diabetes en su familia.


De hecho la familia por su separación, nunca se enteraron del accidente. Sólo estuvieron al pendiente sus jefes directos, quienes después de una incapacidad larga debido al accidente, fueron quitando interés en Andrés poco a poco, perdiendo contacto con él; Andrés llegó al punto de olvidarse de su trabajo y fue cayendo en una depresión enorme al perder su pierna, lo que provocó que se encerrara en su departamento, a hundirse en el alcohol, olvidándose de bañarse y hundido en el olvido de la sociedad al no conocer a nadie. Actualmente para poder comer algo, se tira a la entrada del metro a pedir limosna, inmerso en su depresión y su confusión; sumada a su falta de ganas de luchar por algo, no sabe por qué más luchar, no tiene amigos, no tiene metas, no tiene una identidad familiar, no le queda más que vivir perdido en un mundo surrealista.


El Abuelo.

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