Cuando mis ojos están cansados, y no quedan más ganas después de un día pesado, lleno de problemas, de stréss y de cuestionamientos que tu mismo no puedes resolver; me gusta sólo sentarme sobre mi cama con elcuarto a oscuras. Respiro una y otra vez, relajándo mi cuerpo de manera constante, cada vez las respiraciones son más lentas, tranquilas y espaciadas.
Después, ya con mis hombros relajados, me levanto y prendó velas que mezclo con aromas cítricos para que envuelvan mi espacio, mi ambiente, mis ideas y coloque en una misma línea mis sentimientos. Me quedo en silencio, disfrúto de él, dejo que me abrace y me haga conocerme mejor, pienso en todo lo que no he hecho y tengo que hacer, lo pongo como meta...
Es momento entoncés de acompañar mis pasos con melodías de lo más tranquilas, de esas que te toman de la mano y te elevan al espacio, para poder ir cercándo al mundo, poseerlo, volverte observador y no parte, transformar las cosas a tu gusto, a tu ritmo , a tu modo.
Mi cabeza se recarga, se relaja y cierra los ojos. Al cerralos logro verte y me acompañas en mi viaje, a perderme en la horas justas de sueño, dónde mi inconsciente crea mundos que son imaginarios, pero que a pesar de ello, se desean reales...
Y mientras la mezcla de emociones se vuelve una, y me percato que sigo vivo... me pierdo en el intricado mundo de lo inconsciente... pero sé que vas de la mano conmigo...
El Abuelo.
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