domingo, septiembre 13, 2009

Agua que no has de beber...

Hoy dejo de pensar en ti, a pesar de todo el tiempo que estuviste dando vueltas en mi cabeza; llegar a esta decisión no ha sido fácil, y más cuando tienes la habilidad de volver loco a cualquiera que te conoce.

Será que tus ojos lanzan mensajes fríos como el invierno que penetran hasta tocar mis adentros, perturbando mi interior por completo y volviéndome participe de tus malvados encantos.

He visto como tus malos actos han acabado con los que te rodean y creo poder detenerte; pero eres veneno, del que te mata lentamente y transita por las venas como un fantasma, de forma invisible, pero que sin saberlo, rasgas el interior, para dejarlo lastimado y sin cura alguna, desbordando en la hemorragia que causa la muerte.

Mi cabeza dio muchas vueltas, debía elegir si seguir luchando por tratar de robarte un segundo de atención y tus pupilas penetrarán en mi, o seguir adelante como un fantasma, porque sabía de antemano que continuar con mi plan de detenerte sería mi perdición, mi final y el simple hecho de probarte significaría mi muerte.

¿Estoy tan loco por ti cómo para dejarme tomar por las fuerzas del infierno?

Te preguntarás porque el infierno, pero sí, ella roba tu alma y se la entrega al mismísimo demonio. Pero no gano nada a cambio, en mi cabeza sólo eres un obsesión, una daga que se afila día con día, herrería hirviendo que marca no sólo tu piel, sino tu destino.

Pero sé que afuera de esta jaula hay más cosas, que tu mundo que me absorbe, no me da; aún recuerdo a mi madre decir que jugar con las artes oscuras no me llevaría a ningún lugar, y tu eres la representación de esa perdición; y a pesar de lo tentado que estoy a hacerme notar para lograr ese parpadeo de tu ojos, descubro que me faltan las agallas para continuar, y que tu sensualidad no vale la pena para arriesgar mi alma para que viva en las llamas del infierno, y en lugar de eso decidí hacerme a un lado, encarcelando mi consciencia por siempre al volverme cómplice de tus atrocidades, y cargar con el peso de las almas que tomarás a la fuerza para dejarlas pudrirse contigo y los tuyos.

Prefiero seguir caminando en el sendero de las ganas de tenerte, por la falta de carácter para obtenerte, y dejarme abrazar por las dudas del qué hubiera sido de mi, y de todos los que te llevarás, si tan sólo me hubiera puesto enfrente de ti, y haber logrado robarte un suspiro. Esa será la maldición eterna a lo largo de mi caminar.
El Abuelo.

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