La caducidad de los sueños

Horas frías y las nubes oscuras recorren el cielo,

mensajes que denotan reclamo ante lo doloroso de la existencia,

sentimientos que son indestructibles,

y una ventana abierta que no te deja mentirte.

Compromiso, crecimiento y responsabilidad

aspectos que lo cambian todo;

por un lado te dan la tranquilidad y estabilidad que siempre deseaste,

te llena de amor y de todo lo que hacía falta,

pero del otro lado de la balanza

cae de lleno la responsabilidad que conlleva mantenerlo.

Horas eternas que consumen tu vitalidad,

sólo para poder llegar a casa y sonreir.

Nada queda en la bolsa, nada queda más que lo que se da.

las ganas se acaban, las vitaminas no funcionan, tu intelecto tampoco,

las dudas y ese vacío de errores viaja por todo tu cuerpo.

Por esa ventana abierta de repente entran los susurros

de los que huimos siempre y que llega el punto que es inevitable escuchar

y descubres que la pasión no es palpable, aún hay mucha confusión

pero falta de ganas de pisar, de creer que alguna vez, en este planeta

se vivirá de los sueños, y éstos formarán parte

de ese mundo maravilloso que se gesta del otro lado de la balanza.

Descubres que faltan agallas para aventarte al vacío y recibir lo que venga...

una verdad tan fuera de lo que creía.

Siempre me pregunté si los sueños tenían caducidad,

nunca había sentido que sí, espero no se haga realidad

y muera la ilusión, y más por el mal necesario del que no puedo escapar.

Prisionero dentro de la celda que asesina los sueños,

y sin ganas de poder alzar un brazo e intentar detenerlo,

no hay situación mas triste...

El Abuelo.