Del pavimento veo salir humo; con los días he vuelto a ver que el calor va en aumento, las chamarras se quitan, el viento ya no sopla como antes y el cielo está despejado, ninguna nube tapa el sol, y éste nos llega directo a la piel, debajo de ella; al alma. A veces siento que mi cabeza ve al cielo, ya está aburrida de ver a su alrededor lo mismo de todos los días; cierro los ojos y mis oídos se tapan, para escuchar un ligero sonido de vacío, de agua cayendo en pequeñas cantidades, imaginándome un lugar tranquilo, provado, libre; un lugar fresco, lleno de agua, dónde la injusticia, la estupidez y las malas intenciones no existen; hay hastío, desilusión y ganas perdidas en mi sentir. ¿Cómo hay veces que al rompecabezas sólo le hace falta una pieza, pero sin esa mínima pieza, crea n desequilibrio total en el resultado final?, ¿Cómo cambiar lo que parece ser incambiable?, ¿Cómo caminar en medio de arenas movedizas?
Entoncés un deseo enorme llega a mi cabeza: CHOCOLATE.
Espeso, díficil de manejar, un líquido amargo, muy denso y fuerte, que maravilla a todos y los obliga a hunirse en sus litros de atracción; unde lo que sucede y la homogeiniza en su sabor, todo desaparece, todo fluye y se amolda, corre libre y se acopla en cualquier lugar, no le importa nada, y esté en dónde esté sigue siendo delicioso, interesante y siempre capaz de cambiar y de tener fuerzas de seguir creando.
CREAR- hace mucho que sentí que ese aspecto se detuvo. Creo que deje de crear lo que moldea a ese chocolate, de moldear situaciones, de creer en las fuerzas. Sé que hay metas inherentes entre las glutinosa carrera, lo que a veces falta es fe y fuerzas de aguantar los obstáculos a cumplirlas... HAY VECES QUE SÓLO QUISIERA QUE TODO FUERA DIFERENTE... HAY VECES QUE SÓLO QUISIERA SER COMO EL CHOCOLATE.
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