Hace algún tiempo, un pequeño individuo abrió los ojos y descubrió que todo a su alrededor había cambiado. De repente se vio inmerso en un mundo que alguna vez juró que no aceptaría; se dejó llevar por las ideas en las que no creía, se permitió enrolarse por las filas abarrotadas de borregos y de miradas caídas por la impotencia de no ver algo diferente por miedo a perder la estabilidad.
Al tratar de recordar sus sueños, descubrió que aquel mundo imaginario se encontraba lleno de telarañas y recovecos oscuros. Todo estaba cubierto por telas y aprisionado por cajas muy bien selladas. La dirección del remitente decía “OLVIDO”.
Todas estas revelaciones fueron cobrando vida mientras sus ojos se perdían en el paisaje circundante donde al parecer las mismas oscuras ideas se habían apoderado de la gente que caminaba por todas partes, y pero aún parecía no importar.
Totalmente aterrado decidió respirar un segundo y recapacitar el qué había provocado tanta ceguera, tanto dolor y no encontraba explicación alguna. Su pecho se ensanchaba fuertemente con cada suspiro, las manos y los pies comenzaron a temblar y las ganas de llorar eran inevitables. Acto seguido miles de preguntas arrebataron su cabeza, muchos espacios vacíos en las respuestas que deberían de cobrar vida al mismo tiempo que todas aquellas preguntas, pero en solo había espacios blanco, huecos, risas de burla que el destino exclamaba.
Por un minuto su mirada se clavó como aguja sedienta de sangre en la gente que lo rodeaba, y lo que vio no fue agradable. Gente que miente para obtener lo que quiere; gente que abusa de su poder, gente que engatusa a los demás para solo exprimirla y lograr sus objetivos egoístas, gente que es sometida sin oportunidad de voltear a ningún lado; presión social para seguir ciertos estándares o estas fuera; y así un sinfín de formas de ser que simplemente le provocaron ganas de vomitar.
Y así, en un segundo todo se redujo a un par de preguntas: ¿En qué momento se perdió el objetivo primordial? ¿Cuándo nos olvidamos de nosotros mismos y lo que queremos? ¿Cuándo comenzamos a inmutarnos de lo que les pasa a los demás? Y fue entonces cuando recordó que hubo amigos que se fueron, que intentaron plasmar algo de verdad en su camino y que todos los demás simplemente no vimos.
En ese momento tomó fuerzas para levantarse y detener su caminar. Decidió ya no esperar más por algo que nunca iba a llegar en la dirección en la que iba, recordó sus ganas de ser y crear un mundo diferente, y fue entonces cuando decidió voltear a ver a un lugar diferente; aunque de inmediato no pudo ya que un músculo no ejercitado te impide tener flexibilidad inmediata, pero por lo menos ya tomó el primer paso, lo que resta es simplemente tenacidad, así que después de un largo tiempo de espera, ese pequeño individuo dio el primer paso en otra dirección, esperando que alguien, en cualquier lugar también despertara.
El Abuelo.
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