Hoy escuché unas palabras muy ciertas:
"Cuando una madre da a luz, espera con toda la alegría del mundo a su bebé, y lo recibe con una alegría enorme; mientras que el recibimiento a la vida del bebé es llorar después de recibir su nalgadita.
Y pasa exactamente al revés cuando nos toca dejar ir a alguien, todos lloramos, mientras esa alma ya está en el cielo, descansando y felíz, esperándonos."
Muchas veces no entendemos el por qué pasan las cosas, y menos el por qué el tiempo parece no importarle y sigue su curso, no se detiene un segundo. Pero sabemos que cada cosa que pasa en nuestro al rededor es por algo, y nos llevará a un nuevo rumbo, que nos hará crecer y aprender; y no sólo eso, sino que nos acercarán más con los que nos quieren y haremos un núcleo indestructible.
Y sí, llegan momentos en que tenemos que decirnos adiós, aunque para nosotros no sea el tiempo, y en realidad nunca lo será; pero sucede. Y ya sea que nos toque el papel de decir adiós, o el papel de el pilar y fortaleza del ser querido que está sufriendo, o ser parte de una despedida que en comuníón duele, pero en cada papel debemos saber conducirnos; porque al final del camino todos somos una familia.
Así el tiempo, busca avanzar cada segundo la manecilla del reloj, y nos presiona con las temporadas, el cambio de clima, nos enseña como la gente a nuestro alrededor se va, desaparece, se aleja, regresan, llegan nuevas gentes, tenemos bebés, nos quedamos sólos, o nos vamos, y así mil cosas que nos acotencen día a día.
Siempre he querido dejar algo en este mundo que me haga trascender más allá de la muerte, y poder deleitarme con palabras tan hermosas, que alguien pueda decir cuando ya no esté entre ustedes, y pueda ser recordado como todo lo que deje a mi alrededor. Hoy pude vivir algo así, y ver como a una gran persona que sirvió de ejemplo y que trajo al mundo a una persona maravillosa y muy importante para mi, le tocó despedirse de nosotros, pero tras de ella un legado de respeto y admiración que se palpa entre las miradas de todos sus seres queridos, y que dejó su semilla hasta en personas que no la conocían.
Y me sentí orgulloso de ella, y se volvió mi ejemplo a seguir y conseguir trascender como hoy lo vivi, al ver como ella logró ese detalle que no todos logramos. Sé que no se ha ido y que acompaña a los suyos de cerca, de la mano y con todo el corazón.
Dedico estas palabras con toda sinceridad y con el corazón en la mano, a todos los seres cercanos a ella, a los cuales les debo todo el respeto y amor del mundo.
Mi apoyo incondicional y mi amor verdader se los ofresco...
No es un adiós, es un hasta luego.
El Abuelo.
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