domingo, septiembre 02, 2007
2 monstruos
- ¡Dígamelo!, ¿qué hay dentro?
- No es nada… y lo es todo
- ¿Cómo?
- Lo que hay dentro engloba todo, pero depende de cada uno de nosotros
- No entiendo…
- No lo debes entender, es maravilloso por el simple hecho de existir, pero no estamos preparados para verlo.
- Y, ¿Cómo es que lo tiene usted?
- De hecho cualquiera lo puede tener, pero yo lo respeto y mi curiosidad no va más allá de saber que esta conmigo, pero todos vienen como usted a querer verlo, experimentarlo, sentirlo y nadie sale por esa puerta de regreso…
- No me importa, quiero verlo.
- ¿Qué es lo que quiere ver?, ¿Qué sabe de él?
- Sólo se que es extraordinario
- En verdad tiene razón, lo es, pero su naturaleza es más que eso; si se lo dijera más específicamente, ahí dentro no hay nada, sólo aire, pero…
- ¡Déjese de tonterías!
Y entonces le arrebató la caja con fuerza y con esos mismos deseos con que un niño abre un regalo en navidad, abrió la caja, y en verdad estaba vacía, metió la mano pero no sintió nada, un par de segundos pasaron cuando al mover la mano buscando algo tangible, su piel comenzó a erizarse, sus pupilas empezaron a agrandarse y la vista se nubló hasta quedar todo cubierto en oscuridad, de su frente comenzaron a caer gotas de sudor y su boca se secó en segundos, no podía hablar; las venas del cuello brincaban enredadas en todas direcciones, su mente se quedo en blanco por algunos segundos; de repente, una luz cegadora emergió de la oscuridad, y sabía que estaba dentro de él, había entrado sin aviso, que no había marcha atrás.
Don Claudio lo veía ya en el suelo, ahora con espuma en la boca, estas reacciones otras personas ya las habían tenido; y le seguían los quejidos de espanto. Realmente Don Claudio no sabía explicar las características de aquello que perturbaba a quien lo viera, sólo sabía las reacciones que las personas tomaban… En ese momento, se oyó un grito ensordecedor, el cuerpo estaba todo entumido, parecía que se convertía en azul, y entonces, la mirada se tornó directamente a la cara de Don Claudio y le dijo sonriente:
-Ahora lo entiendo todo… Gracias-; para después, en ese momento perder la vida.
Cada una de las personas decían lo mismo, “ahora lo entiendo todo”, ¿Qué era entenderlo todo?, con esa simple pregunta se terminó la tranquilidad de Don Claudio de saber que la tenía en sus manos, y le empezaron a carcomer las ganas de saber que había dentro de la caja, por lo que decidió tomarla, y abrirla… minutos después… lo entendió todo.
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1 comentario:
Me gustan sus cuentitos, sí así le hace para escribir sus memorias ya esta del otro lado.
Tan tan.
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