lunes, julio 14, 2008

SATC

je pues ahora les traigo el texto que metí a un concurso dónde el chiste era escribir muy tipo Sex and the City y debía narrar una historia loca. Aquí ta jejejeje espero os agradeis. xox

Hay ciertas ocasiones en dónde despiertas y el aire corre frío, la gente usa abrigos y se busca por toda la ciudad adquirir un fabuloso moka caliente, pero en realidad el caliente era yo. Después de varios meses sin siquiera sentir el roce de manos de algún transeúnte que pasa a mi lado, y lo más caliente que he tenido en la boca ha sido un cuernito con jamón; comencé a preguntarme, después de varios meses sin tener una relación, y más aún cuando éstas acaban antes de comenzar ¿Qué tantas posibilidades existen en la ciudad más grande del mundo de encontrar tu siguiente relación? O peor ¿Qué pasa cuándo en realidad no quieres una y al parecer hasta los más feos se rehúsan a siquiera mirarte?, será que la gente se vuelve sínica, el sexo se vuelve inapetente, o horror de horrores… ¿seré yo? La idea nefasta daba y daba vueltas en mi cabeza, cuando decidí llamar a mis amigos y vernos en el club de siempre: “Atracción”, es de esos lugares de moda del que todo mundo habla, por 2 o 3 semanas, y después desaparece; ya instalados en el lugar nos preparábamos para una noche más de cacería, o al menos de alguien que siquiera me preguntara la hora. Dentro de la fabulosa “Atracción” sentí cierta curiosidad al saber que en ese preciso momento, mis amigos y yo, nos encontrábamos sin ninguna relación en el momento, y la atracción al parecer había decidido huir al extranjero, casarse, tener 2 hijos y dejar su fabulosa fortuna a todas las demás personas excepto nosotros. Aún así decidimos acoplarnos y entrar en ambiente, o lo que es lo mismo, tomar con fuerza nuestros fabulosos martinis. Mientras comía la mitad de mi aceituna, me di cuenta que mágicamente ninguno de mis amigos ya estaba a mi lado, así que decidí buscarlos, empecé a hacer espacio entre la más amplia variedad de sujetos, altos, bajos, lindos, no tan lindos, los nada lindos, gorditos, flaquitos y los que están a punto de morirse, y aún así no lo comprendía, tantas opciones en el menú y ninguna estaba hecha para mi, o tal vez era que ya había comido todo el menú; y fue así no más, mientras mi mente hacía la cuenta de todo lo que ya había comido, que golpeó mi hombro un individuo alto, de camisa roja y que al quedarse viendo a mis ojos, simplemente se sonrojó y puso cara de que lo menos que quería en el mundo era encontrarse conmigo; por supuesto, era mi jefe Arturo, un hombre muy serio y recto en su trabajo, que llegaba todos los días antes que todos y era el último en irse, tenía voz gruesa que se llevaba muy bien con su personalidad, tomaba buenas decisiones y era muy respetado y admirado en la oficina, es de esos tipos con buenos papeles, que a pesar que jamás alguien cuestionó su sexualidad, tampoco se veía que pudiera entrar en el fabuloso “pink market”, y a pesar que no se le veía anillo en el dedo, cualquiera juraría que tenía a su muy conservadora y victoriana prometida con la cuál tendría hermosos hijos, una fabulosa luna de miel en París mientras bebían champagne y una casa de ensueño. Pero tras esa vida surrealista, por el contrario, ahora se encontraba frente a mí y con esas mejillas sonrojadas que en realidad lo hacían ver más lindo de lo que ya en realidad era. Cruzamos un saludo, me abrazo y alcance a oler su maravillosa colonia Emporio que al instante, me metió en mi cruda martinera, mis soledad y sus rosadas mejillas, no se si fue su aroma pero sin decir nada más, lo agarré del cuello, y lo besé, no opuso resistencia, y seguí y seguí y seguí, mis labios recorrieron no sólo sus labios sino su cuello también, y sin entrar más en detalles terminó en mi cama, quien gustosa quedó después de seis meses de soledad. Él a la mañana siguiente se fue, sin decir nada más que gracias; al lunes entrante renunció en la oficina y jamás lo vi de nuevo; nunca nadie entendió la razón del porque la eminencia se fue; ni yo de qué pasó, pero en realidad quedé satisfecho porque tal vez él se fue con la vergüenza de que fue descubierto, pero por mi parte creo haber encontrado la formula perfecta para revivir: sexo + poder = atracción; y así no más la atracción regreso a mis brazos junto con mi asenso a ser el nuevo jefe.

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